Reflexionan2
¡Holaholahola! Llevo prácticamente
toda la semana dándole vueltas a varias cosillas, pensando de que podría hablar
en mi segunda visita al blog y como chica inteligente que soy hoy os traigo
una de mis maravillosas, fantabulosas y aluciflipantes (baja Modesto que sube
Adriana) reflexiones. Este jueves quiero hablaros sobre algo tan simple como
desahogarse, aunque veces no lo sea tanto.
Y
diréis, ¿por que una reflexión sobre desahogarse?
Que levanten la mano las personas que están leyendo esto y que nunca han
sentido esa sensación de impotencia cuando algo les supera. Supongo que nadie, ¿no? Pues ahí está el motivo por el cual quiero hablar del tema, todos nos hemos sentido o nos sentiremos así
en algún momento de nuestra vida y nos vemos obligados a afrontar situaciones
como estas.
Cuando
se habla de desahogarse lo primero que se nos pasa por la cabeza, o por lo
menos a mí, es llorar. Lo que no quiere decir que sean sinónimos, porque no, no
lo son, y hay cientos de formas distintas de liberar tensiones acumuladas. Aún
así y aunque quizás no tanto como antes, en la calle todavía se sigue asociando este
verbo a los cobardes. ¿Cuántas veces nos hemos caído de pequeños, o nos hemos encontrado
mal y
nuestros mayores nos han soltado la típica frase “no llores”, cuando es
algo completamente natural? Por no hablar de esos padres que les enseñan a sus
hijos que los hombres no lloran, que eso es cosa de niñas. Error, error y error.
¿Por qué? ¿Por qué la forma de expresar nuestros sentimientos tiene que
depender de nuestro sexo? ¿Por qué la sociedad se empeña en rechazar algo
necesario y hacernos creer que debemos vivir con una sonrisa en la boca todos
los días de nuestra vida cuando realmente es una utopía? ¿Por qué no podemos
llorar en público sin tener la sensación de que damos pena o escuchar comentarios
como “solo trata de llamar la atención”? Porque sí, quizás te sientas mejor haciéndolo
solo, en tu cuarto, donde nadie te vea o te escuche pero… ¿Ninguna vez os
habéis sentido mal en un momento en el que os encontrabais rodeados de gente, a
veces hasta de confianza, y os lo habéis
callado y fingido que estabais bien solo por miedo a la reacción de las personas
que se encontraban a vuestro alrededor? Porque a mí sí, y sinceramente creo que
no debería ser así.
Situaciones como las anteriores y otras
parecidas, son en parte las culpables, desde mi punto de vista, de que a veces nos
cueste expresar nuestros sentimientos o incluso nos resulte imposible hacerlo y
acabemos por guardárnoslo todo para nosotros, y no me refiero a hacerlo cuando
estamos solos sino a cometer uno de los errores más comunes: no dejarlos salir,
acumularlos dentro de nosotros mismos hasta que no puedes más y entonces, explotas.
Hoy, a
13 de Julio, os animo a todos a dejar de huir de vuestros demonios para
enfrentaros a ellos. Buscad la forma, ya sea contándoselos a alguien, gritando
hasta quedaros sin voz o llorando hasta que se os acaben las lágrimas.
Aprovechaos de ellos para alimentar vuestra faceta artística si es lo que
necesitáis: escribid, componed, pintad… pero no dejéis que os consuman porque
llorar no es de cobardes y desahogarse es de valientes, y vosotros lo creáis o
no, sois más fuertes que ellos.
xxxxx, Adriana
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