Holaholahola! Ya es jueves de nuevo! Hoy os traigo uno de mis textos más recientes porque como ya os comenté en mi primer post, amo escribir, resulta una parte esencial de mi vida. Es un refugio, o mi segundo hogar. Siempre me recibe con los brazos abiertos cuando tengo ganas de evadirme, y esto junto a la lectura, son las formas más bonitas de encontrarme.
Alguien mejor, dijiste. Sigo llorando por dentro cada vez que me imagino ese mensaje pero saliendo por tu boca. Y te escucho decirlo en mi mente una y otra vez, y la cabeza me retumba más que a un borracho cuando se despierta al día siguiente de haber bebido. Entonces creo que yo también tengo resaca, y no por beber. Resaca de pensamiento, por pasarme todas y cada una de las madrugadas (porque ahora ya no son nuestras) imaginándome como será el día que me encuentre con alguien mejor que tú. Y perdóname si en ti reinaban las buenas intenciones, pero vivo bajo este insomnio por creer que mi destino es ser uno de esos puzzles de mil piezas que todo el mundo empieza pero que siempre acaba por quedar a medias, porque no hay paciencia, o porque parte se las piezas se pierden y ya no pueden volver a ser uno nunca más. No quiero que me mire alguien mejor que tú, que después de ponerme el cartel de frágil en esa cara que solo tú podías ver, lo arrancaste de lleno como niño abriendo su regalo de Navidad, sin ni siquiera pararte a leer, sin pensar. Mejor no me preguntes nada, porque ya no sé si la culpa de todo es tuya, mía o de ambos por haber estado insistiendo en revivir lo que ya estaba muerto. Buscando entre las cenizas cosas distintas, tú, la chispa que trae consigo el deseo y yo, esa llama que se mantuviera encendida, pero no solo en invierno. Por eso no quiero que me bese alguien mejor que tú, ni que me roce, ni que me hable, no quiero que haga nada mejor que tú, así no será tan fuerte el dolor cuando se vaya. Tengo miedo, porque sé que si algún día llega quien me rompa mejor que tú, entonces ya no quedarán piezas para intentarlo de nuevo. Será solo una caja vacía, y como mucho, mi recuerdo. Y no solo el de fuera, el de lo que fui, sino también el de dentro: nada, lo que soy.
(espero que os haya gustado) xxxx, Adriana
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